sábado, 3 de noviembre de 2012

Los veinte millones de euros



Mientras tomaba un café oía a mis espaldas una serie de comentarios sobre el tema estrella en estos días: el donativo a Cáritas de esa cantidad por parte de uno de los comerciantes más ricos de nuestro país. Hablo de esto porque, a juzgar por la conversación, parecía que el señor en cuestión se presentaría en Cáritas con un saco, lo vaciaría encima de una mesa y, a renglón seguido, comenzaría el reparto entre todos los pobres.

Resumiendo, que dentro de pocos días yo iría al banco, me darían la parte de nuestra Cáritas y lo repartiríamos entre las personas que acuden a pedir. Aparte de los consabidos chistes maliciosos, como “la mitad se lo guardarán los curas”, bromeaban con apuntarse ellos también por si cae algo. Con los argumentos de estos contertulios, si Cáritas está ayudando directamente a más de un millón y medio de personas, tocarían a poco más de diez euros,  y eso sin desquitar, claro, la parte de los curas.

Pero las cosas no son así, porque ni el donante ni Cáritas son tan torpes. ¿Cómo se hace, entonces? Pues se redacta un convenio entre la fundación creada por este señor y la Institución Cáritas Española, donde se especifica la cantidad, el tiempo de duración, las parcelas en que el donante desea que se emplee proporcionalmente, la forma concreta en que irán haciendo efectivos los pagos, la justificación, el seguimiento y, normalmente, la auditoría por una entidad externa a ambos. Entonces es cuando se firma y comienza a ponerse en práctica.

Tal vez ayude un ejemplo tipo. Supongamos que unas monjitas quieren poner en marcha un comedor social para indigentes. Pues deben presentan el proyecto a Cáritas Española, incluyendo todos los gastos que originaría: local, electricidad, personal, alimentos, etc, etc. Ese proyecto es estudiado entre otros muchos que se presentarán, como es natural. Y, si se amolda a la voluntad del donante y el beneficio para los pobres compensa el gasto, es aprobado total o parcialmente. A partir de aquí la institución que regenta ese comedor social presenta mensualmente las facturas de gastos, que es abonada con dinero de la donación. Naturalmente no se aceptarán facturas que no reúnen todos los requisitos legales, puesto que las cuentas serán auditadas.
 

No es la primera vez que Cáritas recibe donaciones de particulares o subvenciones de organismos oficiales. Tiene, por tanto, mucha experiencia en este tipo de actuaciones y goza de gran prestigio, porque es exquisita en la justificación cuentas. Para corroborar lo dicho baste recurrir al ejemplo de este señor, que conoce el mundo y no parece que se deje engañar fácilmente. Pues bien, él ha confiado precisamente en la Institución Samaritana de la Iglesia Católica. No hay dinero en maletines o bolsas de plástico, ni se lo reparten en una habitación cerrada al estilo Alí- Baba.

                                                             José Palomas Agout, párroco.
                                                                                                 28 Octubre 2.012