sábado, 5 de enero de 2013

El pañuelo





El pañuelo.
 
         Cuando alguien se encuentra en necesidad extrema, fruto siempre de la injusticia y la desprotección social, la comunidad recurre a distintas formas de solidaridad. Recuerdo la llamada “echar el pañuelo”, que se practicaba en algún lugar donde he vivido. Efectivamente, éste corría de casa en casa y de mano en mano, depositando en él cada uno según sus medios y generosidad. No se contemplaba en aquellos tiempos otra forma de reaccionar, puesto que estaba totalmente prohibido cualquier tipo de reivindicación, protesta y, mucho menos, manifestación.

         Veo yo que esta campaña de Navidad hemos hecho un grandísimo esfuerzo en recoger alimentos para  los más necesitados, con una encomiable entrega de los voluntarios y las entidades, quienes han ideado distintas modos de animar la generosidad de los demás. Y con resultado muy positivo, que ha ayudado sin duda a que estas fiestas sean más llevaderas para muchas familias.

Efectivamente, dice Benedicto XVI en su carta Dios es Amor (Deus Cáritas est) que la necesidad no admite demora y hay que remediarla lo antes posible, pero también nos anima a buscar soluciones que vayan más allá de la ayuda puntual. Por ello, el cristiano debe empeñarse, además, en luchar contra las causas que producen la pobreza para ver si aquí puede también poner su mano. 

Las instituciones y asociaciones que nos estamos moviendo en estas Navidades, y que llevamos tras nosotros a muchos miles de personas, deberíamos también añadir un punto de  creatividad y organizarnos en foros donde se hable a fondo del sufrimiento de las personas, se busquen posibles soluciones y se entable diálogo con otros colectivos interesados en el tema, sin olvidar a nuestros representantes políticos.

A modo de ejemplo: en fechas recientes hemos podido comprobar cómo unos grupos de personas han logrado primero detener y después que se reflexione para intentar suavizar esa sangría de los desahucios. Muchas familias han pasado esta Navidad en su casa gracias a estas iniciativas. Imaginemos por un momento cuántos miles de personas hubieran tenido que movilizarse pidiendo euros de puerta en puerta para pagar un mes de hipoteca de los amenazados.

                                                                                              José Palomas Agout,   párroco.