El pañuelo.
Cuando alguien se encuentra en
necesidad extrema, fruto siempre de la injusticia y la desprotección social, la
comunidad recurre a distintas formas de solidaridad. Recuerdo la llamada “echar
el pañuelo”, que se practicaba en algún lugar donde he vivido. Efectivamente,
éste corría de casa en casa y de mano en mano, depositando en él cada uno según
sus medios y generosidad. No se contemplaba en aquellos tiempos otra forma de
reaccionar, puesto que estaba totalmente prohibido cualquier tipo de
reivindicación, protesta y, mucho menos, manifestación.
Veo yo que esta campaña de Navidad hemos
hecho un grandísimo esfuerzo en recoger alimentos para los más necesitados, con una encomiable
entrega de los voluntarios y las entidades, quienes han ideado distintas modos
de animar la generosidad de los demás. Y con resultado muy positivo, que ha
ayudado sin duda a que estas fiestas sean más llevaderas para muchas familias.
Efectivamente,
dice Benedicto XVI en su carta Dios es Amor (Deus
Cáritas est) que la necesidad no admite
demora y hay que remediarla lo antes posible, pero también nos anima a buscar
soluciones que vayan más allá de la ayuda puntual. Por ello, el cristiano debe
empeñarse, además, en luchar contra las causas que producen la pobreza para ver
si aquí puede también poner su mano.
Las
instituciones y asociaciones que nos estamos moviendo en estas Navidades, y que
llevamos tras nosotros a muchos miles de personas, deberíamos también añadir un
punto de creatividad y organizarnos en
foros donde se hable a fondo del sufrimiento de las personas, se busquen
posibles soluciones y se entable diálogo con otros colectivos interesados en el
tema, sin olvidar a nuestros representantes políticos.
A
modo de ejemplo: en fechas recientes hemos podido comprobar cómo unos grupos de
personas han logrado primero detener y después que se reflexione para intentar
suavizar esa sangría de los desahucios. Muchas familias han pasado esta Navidad
en su casa gracias a estas iniciativas. Imaginemos por un momento cuántos miles
de personas hubieran tenido que movilizarse pidiendo euros de puerta en puerta
para pagar un mes de hipoteca de los amenazados.